La leyenda habla de un almendro, que se describe como un “árbol-sacerdote”. Este árbol guarda las tradiciones mayas y relata el paso de los años. El árbol divide su alma entre los cuatro caminos que uno encuentra ante el inframundo llamado Xibalbá.
Estos cuatro caminos están marcados por diferentes colores: verde, rojo, blanco y negro. Cada porción del alma se embarca en un camino diferente en el que cada uno se enfrenta a tentaciones.
El camino negro, que en la tradición maya conduce al inframundo, intercambia parte de su alma con el mercader de joyas de valor incalculable, que luego utiliza para comprar a la más bella esclava. La esclava se escapa, y el personaje del árbol, en busca de la parte que falta de su alma, finalmente la encuentra.
La Inquisición entonces interviene y condena para matarlos. Al final, la bella esclava se escapa de la noche a través de la magia de un barco tatuado en el brazo por el árbol. En la mañana de la ejecución, lo único que los guardias encuentran en la celda de la prisión es un viejo almendro.
En esta leyenda, el Almendro representa a la civilización maya y la Inquisición a una potencia extranjera esta leyenda muestra que “el alma no está a merced de las fuerzas externas” y que “por lo tanto los humanos siempre tienen los medios para recuperar su independencia”.